Apuntes sobre la arquitectura del siglo XIX

LA ARQUITECTURA EN EL SIGLO XIX

EL SIGLO DE LA INDUSTRIALIZACIÓN.

Características:

Es un siglo contradictorio. A la belleza depurada de las formas clásicas se opone la lógica de la mecánica de los nuevos materiales, es decir, la estética de la forma se opone a la estética de la función.

El siglo XIX es, pues, tiempo de gestación. La nueva sociedad, la nueva cultura industrial, necesitaba una respuesta arquitectónica a sus necesidades. Hay algunas consideraciones que influyen en la variada trama de la arquitectura de este tiempo y conviene considerarlas para una mejor visión de toda ella.

–          El Romanticismo. Es el grito de rebeldía contra el siglo de la Razón y de las Academias.

–          La aventura colonial. La economía europea necesita mercados como consecuencia del desarrollo industrial y esto lanza a las principales potencias a la creación de nuevos mercados. De estas colonias retornará a las metrópolis europeas toda una exótica cultura que será inmediatamente aceptada. Palacios, cafés, monumentos, etc., adquirirán aires indios, árabes e incluso chinos.

–          Las nuevas necesidades. Nacen nuevos medios de comunicación, como el ferrocarril, que exige estaciones, puentes y, en general, grandes obras públicas. Por otra parte la gran riqueza producida requiere la conquista de mercados, con lo que surgen las grandes exposiciones internacionales con sus enormes instalaciones provisionales que exigen un alto desarrollo de la técnica constructiva, principalmente del hierro.

–          Los nuevos materiales.

  1. El hierro colado, sustituyendo a la forja, permite fabricar largas vigas, pero también permite la elaboración de adornos con un coste reducido.
  2. El vidrio cobra igualmente importancia gracias a su desarrollo técnico.
  3. El cemento no hará su aparición hasta finales de siglo, y aunque no influirá apenas sobre la concepción arquitectónica del siglo XIX si anticipará el valor constructivo y estructural que significará la arquitectura del siglo XX.

ARQUITECTURA HISTORICISTA.

De todas las evocaciones hacia un pasado, la que ofrecerá mayor persistencia es la gótica. Esto se explica en un principio porque lo gótico expresa mejor que nada el ideal de oposición del Romanticismo al arte oficial–clasicista.

–          Violett Le–Duc es el mas ferviente propagandista del retorno al gótico. Cierto que su celo entusiasta le llevo a una “limpieza” excesiva quitándole él autentico clima a los conjuntos monumentales, pero también es verdad que resucitó mutilaciones y ruinas que gracias a él hoy admiramos y comprendemos. Partiendo del sistema constructivo gótico proyecta nuevos edificios en los que emplea el hierro como material básico.

–          Para Inglaterra el neogótico servirá, más que nada, para que este país encuentre su identidad apartándose de la secular influencia italiana. El gótico perpendicular es magistralmente interpretado en el Parlamento de Londres, obra de Carlos Barry.

LA PERVIVIENCIA DE ROMA.

Paralelamente a todas las corrientes innovadoras se mantiene una arquitectura que permanece fiel al pasado clásico. Esto era inevitable en los países mediterráneos en los cuales resulta más acusada la pervivencia latina, pero la decoración delatará el ansia de desasirse del rigor neoclásico. Un nuevo barroco inundara fachadas en las que abundan las figuras moldeadas en argamasa y hierros entrelazados en filigranas decorativas. Claro ejemplo es la Ópera de París, de Carlos Garnier.

LA ARQUITECTURA DEL HIERRO.

Los mejores exponentes de la arquitectura del hierro lo ofrecen las Exposiciones Universales. La naturaleza de las mismas exigía pabellones enormes que le dieran a todo ello una unidad de aspecto y una cierta coherencia. Por otra parte, estas Exposiciones eran el exponente orgulloso del país que las organizaba. Por ello los pabellones se construyen con los medios más avanzados. Los tres edificios más significativos son: el Palacio de Cristal de Paxton, la Galería de las Máquinas de Dutert y la Torre de Gustavo Eiffel.

En concurso abierto para la Exposición de Londres de 1851 exigía que los materiales pudieran ser empleados de nuevo y, por ello, pudieran desmontarse. Joseph Paxton gana el concurso y lo resuelve con elementos prefabricados que se montan y desmontan. Igualmente resuelve problemas de construcción ya que la estructura es aprovechada para deslizar sobre ella una plataforma donde se hallan los obreros que van colocando placas de vidrio.

El siguiente y definitivo paso se dará en la Exposición de París de 1889. Principalmente con la Galería de las Máquinas y la Torre Eiffel. La primera sorprende por sus dimensiones y su sistema de elementos prefabricados, que permitió un montaje y desmontaje rapidísimos y altamente económicos.

LA ESCUELA DE CHICAGO.

En Chicago se va a formar en el último tercio del siglo la escuela americana más importante de la arquitectura. De todo el grupo de Chicago la figura más trascendente será la de Louis Sullivan. Una de sus grandes obras son los Almacenes Carson en los que el uso de la ventana apaisada, característica de esta escuela, así como el remarcamiento de las bandas horizontales, le hacen resultar eminentemente alargado, dimensión esta buscada claramente por Sullivan al no poder subrayar el verticalismo en una construcción de solo diez pisos. La fórmula contraria la había adoptado en otra de sus obras maestras, el Guaranty Building que anuncia en un empuje ascensional los rascacielos del próximo siglo. Sullivan es además un excelente decorador que se ocupa de matizar ciertas partes de sus edificios con una rica ornamentación naturalista de reminiscencias góticas, que le hacen ser un anticipador del Modernismo.

Resumiendo, la Escuela de Chicago tiene especial interés debido a dos razones. La primera es la creación del rascacielos como alternativa funcional, y la segunda, que por vez primera fueron los arquitectos quienes emprendieron la renovación, y no los ingenieros u otros intrusos.

WILLIAM MORRIS Y LOS “ARTS AND CRAFTS”.

Paralelamente al funcionalismo se da en Inglaterra un interesante movimiento que tiene raíces sociales y filosóficas. Nos referimos a la obra de William Morris y sus Arts and Carfts. Morris era seguidor de Ruskin y detestaba el maquinismo. Por eso Morris levanta su voz airada en favor de una vuelta a la artesanía. Morris completa el retorno de la artesanía como una conquista social. En esta línea de pensamiento y de acción, la arquitectura que propugna Morris supone una vuelta a la casa de campo humilde.